¿Por qué leer Tristan de Thomas Mann?

Si hay un camino que todos compartimos es el de encontrar la felicidad de nuestros actos, todos buscamos ser felices y llenar nuestro espíritu con aquella labor a la que hemos brindado todo nuestra dedicación y pasión; pero muchas veces ocurre que es la presión externa, la ansiedad que provoca la velocidad de la vida y las constantes molestias sociales las que nos obligan a escoger y a conformarnos con la posibilidades que nos brinda el momento y el lugar en que nos encontramos. Un buen ejemplo de ello son las mujeres que tuvieron que recurrir al matrimonio para poder salir de sus hogares y escapar de la figura parental hecha para enclaustrar, pues entre ser una soltera amargada por la sangre de tus padres, era mejor idea formar familia (aún cuando esta no haya sido la preferencia de algunas de ellas) y escapar de la jaula.  Por otro lado, en pleno siglo XXI podemos encontrar ejemplos más latentes, como lo es el momento de escoger nuestras carreras o caminos profesionales ¿quién en su sano juicio podría escoger y no arrepentirse de aquella decisión tomada con 18 años recién cumplidos? Me imagino que ese sujeto que coincidió con múltiples factores que se alienaron para la bella formación de su vida.

Así es como este pequeño conflicto universal y anacrónico nos lo presentará Mann de una manera mucho más elevada y elocuente. La historia se ubica en un sanatorio de tuberculosos en el que llega toda persona débil; aquí darán al corto tiempo de espera para su marcha -es decir, la marcha final- un instante de aire puro; este es uno de los elementos que podemos presenciar en la obra, como los personajes aún en sus momentos más críticos encuentran la vitalidad en ese lugar. La dinámica -constante- es la presentación de una triádica a partir de los personajes, es muy probable que un buen lector de este alemán se haya encontrado anteriormente con este juego de roles, cada uno es el significante de algo o alguien; y a su vez puede ser entendida como una metáfora sobre la vida ¿el arte, el deseo o la vida real? Son elementos que debemos hacer coordinar.

Esta novela nos brinda la dicha de cuestionar nuestra postura frente a nuestra vida, nos invita a reflexionar sobre aquello que estamos haciendo en este momento y por sobre todo a contarnos a nosotros mismos quiénes somos no para el resto sino para nuestro espíritu. Invito a cada uno a leer esta corto y bellísimo libro, es momento de despertar nuestro ser interior y comenzar a decidir realmente por lo que queremos y dejar de lado nuestros más profundos miedos.

¿Somos amigos?

Paseamos entre caminos de madera y árboles cubiertos de la armonía de los ruiseñores; hemos recorrido un camino largo pero tomados de la mano lo he sentido como si todos esos kilómetros se disiparan en centímetros. Y fue ahí, mientras reíamos y hablábamos de lo bello que sería poder vivir esto a diario; fue en este momento y sin previo aviso cuando me preguntaste: ¿Nosotros somos amigos-novios, o somos sólo novios?

La pregunta me asustó un poco. La pregunta me hizo cuestionar todo mi ser con relación a ti, ¿seré tan entretenida como para poder llamarme amiga? Si supieras el reto que tuve que cubrir para poder acercarme a ti -y todas esas angustias de no sentirme lo suficientemente buena para ti fueron embalsamadas en canciones de Taylor Swift-.

Y pienso e intento buscar una respuesta rápida, siempre soy la más radical para tomar decisiones, jamás he podido ser amiga de mis ex, es algo que mi naturaleza canceriana no puede permitir ¿te imaginas algo así? Serían llantos tres veces a la semana o quizá ira descontrolada de parte de mi parte escorpio.

Me miras esperando una respuesta y sabes que me está costando poder hablar, no me presionas, prefieres responder tu: Somos amigos y novios, contigo puedo tener una relación en la que podemos hacer muchísimo más que sólo darnos besos. Me gusta estar contigo y me gustaría por sobre todo mantenerte cerca de mí.

Te miro sonriendo y te doy un pequeño beso, no sabes cuanto amor guardo para ti. No te imaginas como este paseo me ha hecho sentir como la dueña de este mundo y es ahí donde me detengo y sintiendo el vendaval que nos cubre pienso: aquí podría morir y sería feliz.

Este pequeño amigo dio inicio a nuestro paseo...

Quiebres

Te quise completo, te quise.

Te quise a la distancia de una galaxia, te quise.

Te quise sin mirarte, te quise sin tocarte.

Te quise aún cuando sólo tenía tu voz, yo siempre te quise.

Tú no me querías, no me querías en la distancia, no me querías cerca de ti.

Tú no me querías abrazar, no querías que el tacto existiera, no me querías.

Pero paso el tiempo, ese loco y confuso tiempo.

Fueron días, fueron meses, fueron años.

Pasaron quince años y ya comprendí porque no me querías,

Pasaron muchos cumpleaños y ya entendí porque no venías,

He cumplido dos décadas y ya no te necesito.

Ya no te pienso en los días azules, en los días grises, en los días negros.

Ya no estás en mi corazón porque decidí no quererte más.

Decidí quererme a mí.

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Muchacha…

Regreso cinco años atrás y veo a una chica en su cuarto. Está oscuro y la luz no logra tocarla aún cuando sus cortinas están abiertas de par en par y afuera el sol abriga a las flores. La luz no es parte de ella, el calor no protege sus manos, su cuerpo esta frío y sus brazos han perdido el color. No siente la ropa que la cubre, no siente sus capas de piel que cubren todo su cuerpo y la sangre parecen no correr por sus venas.

Tiene los ojos rojos, ha llorado durante horas y no hay nadie en esa gran casa repleta de soledad, está sola y tan sola que escucha el eco de su llanto. Leo su mente, pero me pide que lea entre líneas, que nada es lo que parece. En su pared hay fotos; hay jóvenes sonriendo pero ahí no está su rostro.

Intento tocar sus brazos, están heridos y no puede hacer nada al respecto, no quiere hacer nada y me pide que la deje sola; dice que no tiene fuerzas, que es inútil y una molestia, quiero detenerla, quiero contarle que no siempre será así.

Las personas son animales salvajes disfrazados, disfrazados en sonrisas y bellos adornos. No les creas lo que te digan porque ellos quieren herirte, hieren el alma y se alimentan de tu corazón. No te prometo que esto dejará de pasar, pues ellos te volverán a buscar; se nutren con tu tristeza, no les importa nada más que su poder y con él te mantendrán en el suelo pero debes saber que tú siempre serás mejor. ¿Qué has dicho de ti? ¿Por qué quieres darles el favor? Levántate, limpia tu rostro, muestra esos bellos ojos pues eres hermosa y poderosa, quién más que tú puede saberlo.

Muchacha, haz silencio por un momento y escucha mis palabras. Lograrás alcanzar tus objetivos, cada uno a su tiempo y cada uno te costará, pero lo vas a lograr y te sentirás como siempre lo quisiste, serás feliz. No necesitas a nadie para ser quien quieres ser. No necesitas a ese hombre por el que has llorado durante años, tampoco necesitas de amistades que apruébenlas tu actuar. Te contaré algo que no debería, en un par de años llegará un amigo, un amigo real ¿Sabes cómo sé eso? Lo sé porque el sigue a mi lado y me protege hasta el día de hoy. Él es bueno y sólo quiere tu felicidad. Él es bueno porque no es humano y no es salvaje. Te hará compañía hasta en los días más oscuros; días como hoy.

Para ser feliz es necesario conocer la tristeza y la soledad, para entender la gratitud debes conocer la falta. A veces es necesario para así querer con mayor intensidad.

¿Y el amor?

Nunca he experimentado aquello que llaman amor. Creí haberlo conocido, pero no, eso no era amor, al menos eso creo yo. El amor es algo intenso, tan intenso que duelen los huesos y el corazón, todo por causa de ese tremendo cariño y afecto que compartes con una persona.

Recuerdo hace un par de años atrás haber creído conocerlo. Aún recuerdo esa tarde de invierno en la que el frío nos obligó a buscar un lugar cálido y me encontré ahí a ese tranquilo y silencioso chico mayor, él quien me hizo reír y con sus sonrisas logro que cultivara un inmenso y profundo sentimiento por él. Y digo sentimiento porque aún a mis veinte años siento aquello que me hizo sentir a mis dieciséis. 

Luego de un par de años he entendido muchas cosas más, he experimentado muchas emociones más y me han hecho entender que muchas veces confundimos la euforia de una noche con el amor. El bendito y misterioso don de la jornada lunar es la capacidad de poder regalar siempre un  nuevo amante; todas las noches puedes encontrar a tu alma gemela. Pero habrá una noche en la que tu mirada se guardará en la impresión de otra persona, esa noche debes atesorarla e intentar que el mundo se quede en pausa para así no llegar a la mañana.

Tu  real persona guárdala y protégela, que nadie los alcance en su eterna vigilia.

Gilmore Girls

Gran serie, muy nombrada y aplaudida por mucha gente, pero es necesario que plantee esta pregunta ¿No las ha hecho cuestionarse su relación madre e hija?

Comencé a ver esta serie aproximadamente en mayo cuando la brisa de verano ya estaba a punto de acabar y las hojas de los árboles comenzaban a tomar un tono más amarillo. Cuando ya comienzas a sacar tus pijamas de polar y los calcetines de lana para vegetar en la comodidad de tu hogar.  Debo hacer el alcance de que esta es de las series que uno siempre quiere ver pero que nunca logra tener el tiempo de verlas (esto mismo me paso con otras como Gossip Girl, Hannibal, White Collar entre muchas otras), pero que finalmente logras obtener ese tiempo preciado y lo tomas hasta agotarlo. En ese momento, en esa asamblea de un día viernes a las cuatro de la tarde donde una mayoría de cuarenta y cinco estudiante voto por un acuerdo absoluto al paro (No me pregunten porqué fue el paro, no sé), decidí sentarme en el sofá de mi casa, encender netflix y aprovechar la oportunidad de ver esta serie tan esperada como lo es Gilmore Girls.

Era un dato seguro que la serie no me defraudaría, años atrás había logrado ver el primer capítulo en boomerang. Así es, en ese canal en el que daban H2O Sirenas del Mar y el Diario de una Adolescente Americana (¡En el que la chica quedaba embarazada luego de ir a un campamento!), ahí pude disfrutar del primer capítulo de una serie con aires noventeros que me encandilo con la idea de un pueblo tan amistoso y cálido como lo es Stars Hallow; más aún me vi envuelta en la relación de una madre tan extrovertida y apañadora como lo es Lorelai. El caso es que sólo logré ver ese capítulo, luego nunca más pude coordinar con el horario y me parece que cancelaron su transmisión, algo completamente absurdo ¿qué habrán estado pensando? Bueno, retomando lo antes dicho, comencé a verla en ese momento y no pare hasta la llegada de un primaveral noviembre. No logré terminar de ver todas sus temporadas,  me alcanzaron las clases y las recuperaciones; era mi futuro profesional o mi tan pasional amor por esta obra de arte televisiva.

A lo largo de la transmisión siempre me visitaba una pregunta “¿Por qué no tengo la relación que tienen Lorelai y Rory, con mi madre?”, quienes han visto la serie puede entender a qué se debe mi pregunta ¡Ellas tienen una unión inimaginable! Son las mejores amigas, no tienen secretos, comparten sus penas y alegrías, incomodidades y más. Ellas son inseparables. No crean que quiero exponer a mi madre, para nada es mi intención, sino que cuestionar un poco el porqué de algunas cosas. Me hubiera gustado ser más amorosa, por ejemplo, compartir más y contarle algunas de las cosas que experimente en mi crecimiento; mi primer beso, mi primer corazón roto, mis cuestionamientos académicos, mis confusiones paternales, no lo sé cosas así. Lo que puedo rescatar es que logre meditar sobre el asunto, comprendí que no es malo compartir algunas cosas y que no es necesario omitir todo lo que sucede en mi día. La comunicación es una de las cosas más importantes y menos valoradas en la actualidad, es necesario que compartamos nuestros estados de ánimo, nos expresemos, te rías cuando quieras reír y llores cuando desees llorar porque debemos entender que no es malo, jamás será malo compartir nuestros sentimientos con nuestros padres.

Aprendí a valorar más, querer más y ver el lado positivo de las cosas. Mi madre me lo enseñó eso y Lorelai me lo volvió a recordar.

Por eso siempre tendré presente que Where you lead, I will follow…”

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¿A ti también te dio miedo?

Llegamos a este mundo llorando y desde de nuestra primera respiración aprendemos los que es el miedo.

Damos nuestros primeros pasos, pero primero debemos quitarnos el temor de caer, ese temor que nunca se aleja de nosotros, que nos sigue hasta el último día de nuestras vidas como si caer fuera algo malo. Creces un poco más y te das cuenta que ahora tus temores son otros, te sigue asustando el caer, pero más te asusta la oscuridad, dormir en una habitación oscura te hace entrar en pánico. De esa forma tus miedos se siguen alterando, les temes a los payasos o les temes a los perros hasta que llegas al temor más importante, le temes a la soledad.

Nuestro primer encuentro se basa en esa instancia en la que debemos comenzar una nueva etapa (la escolar), debemos dejar nuestra esfera de conformidad, debemos alejarnos de esa persona que nos toma de la mano y nos entrega seguridad. Las reacciones son diversas según cada persona, algunos lloran y suplican que no se vayan de sus lados, que no los dejen en ese peligroso lugar, en cambio otros solo quieren comenzar este nuevo viaje, es tanta la emoción que exigen ser lanzados al abismo, exigen su libertad momentánea.

Cuando aún era una niña recuerdo que mi madre me preguntaba qué quería ser cuando fuera grande, nunca supe bien que significaba ser grande, quizás era ser madre, quizás era ser alta, era una idea ambigua el ser una persona grande y aún lo sigue siendo. Mi respuesta siempre se limitaba a: “Cuando sea grande quiero volver a ser niña”, no recuerdo que me contestaba mi mamá, sólo recuerdo mi respuesta y ahora que lo pienso fue inteligente, todos deseamos en algún momento del día volver a la infancia y reírnos por cosas simples. Hoy mientras estaba en la casa de mi abuela veía a mi prima más pequeña, según yo tiene tres años según ella tiene siete y la verdad es que no sé cuál de las dos tiene la razón. Ella jugaba con un globo dorado, lo lanzaba de un lado a otro y me gritaba que jugara con ella, por un momento me detuve a observar esa simple acción de lanzar el globo y atraparlo con sus carcajadas exageradas y esa emoción tan fingida. Ella era feliz, en ese momento era la niña más feliz de la habitación y no tenía miedo, sabía que no debía tener miedo. A partir de eso recuerdo a mi yo de cinco años y le digo que tenía razón, todos en algunos momentos queremos ser niños otra vez, jugar con un globo y no preocuparme de lo que debo hacer mañana, no preocuparme de todas esas cosas por las que debo cumplir porque ya soy una mujer grande y debo quitarme los temores.

Seguimos creciendo y los cambios llegan cada vez más rápido y te debes acostumbrar, debes moldearte, es una obligación. Pero nos da miedo, nos da miedo dar el paso para cambiar, nos asusta que llegue y tratamos de aplazar todo, tratamos de extender el sufrimiento para así no enfrentar las cosas. Hay una cosa que nunca cambiará y que desde el inicio ya se ha hecho presente, algo que siempre será permanente en nuestras vidas; es la compañía de esa persona que nos cuidó la espalda cuando tuvimos miedos a enfrentar el caminar, cuando lloramos por enfrentar la realidad y cuando nos dijeron que éramos malos en algo, siempre estará esa persona y jamás dejará que nuestro miedo nos estrangule.

¿Los conoces realmente?

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Violet
Hay días en los que deseo abandonar todo, mis estudios, mi hogar, mi familia y conocidos, dejarlo todo para así comenzar una vida repleta de experiencias, de las buenas y de las malas, experiencias que se volverán parte de mí. Cuando estoy en ese estado soy capaz de hacer todo lo que deseo, tomar riesgos, besar a ese chico lindo y desconocido que mañana será ignorado cuando lo vea caminando por la calle, ir a un lugar nuevo, cambiarme el nombre y tener un pasado diferente. Pero otras veces quiero congelar el tiempo y quedarme así, en mi profunda conformidad, en mis cuatro paredes color rosa malva, cerrar la puerta con pestillo y no ver el rostro de nadie, no ver la luz del sol. No sé qué afecta en mi mente, en mi ánimo, no sé qué es lo que logra llevarme a ese estado tan débil, pero a veces… a veces soy así.

Desde muy pequeña me ha gustado contemplar la vida de las demás personas, imaginar o adivinar qué es lo que hacen con sus vidas, a qué las dedican. Me pregunto qué harán, no cuáles son sus trabajos, sino lo que hacen para vivir, lo que les llena el alma y les entrega ese gozo de placer que nos hace ver la vida como si fuera ideal. Quizás en el piso de abajo hay un niño pintando sus labios color rosa y usando los zapatos de su madre, o quizás es la niña del edificio de al frente que le roba las poleras a su hermano para ocultar sus pechos. No sabemos qué hace esa persona que sonríe todos los días entregando la palabra de Dios cuando llega a su hogar a rezar a la oscuridad, no sabemos qué esconde el padre que busca a su hija todos los días al colegio… nadie nunca sabrá qué secreto guardan en sus corazones.

Dicen que nunca terminas de conocer a las personas, pero adivina qué, lo mismo pasa con nosotros. Nunca terminas de conocerte. Cada día, en cada instante sin darte cuenta, ignorando por completo el hecho, conoces algo nuevos sobre ti. Es probable que tenga un gran regalo que esté muy oculto, o que hayan guardado un secreto sobre tu vida, sobre tu real persona y que lo sepas cuando llegue tu cumpleaños cincuenta o que jamás nunca te lo cuenten y termines tu vida pensando que tenías un problema existencial o que era la más perfecta e ideal de las vidas que alguien alguna vez pudo tener.

1# Caminantes

Despierto como cada mañana a las 6:00 am,  en elmismo lugar de ayer y el mismo lugar de mañana, pero no con la misma emoción del año anterior. Una vez escuché a alguien decir que quién sueña vive dos veces, siento que he vivido más vida de las que puedo recordar.

He soñado las cosas más bellas, sentido emociones culmines y perfectas propias de un cuento de hadas, pero tambien he soñado con sangre, sangre color escarlata que me han querido arrebatar del cuerpo o que pudieron arrebatar de mi amado hombre. No lo sé, intente buscar respuestas pero no lo he logrado, espero encontrarlas algún día.

Cuando voy por mi camino matutino, ese que pasa por la orilla de la costa del hermoso Pacífico arrebatado en luchas violentas, por ese mágico Valparaíso repleto de historia y memorias, del que todos desconfían pero en secreto anhelan.  Por ese camino veo a la gente andar, yendo a sus trabajos, corriendo, caminando, bostezando. Pero siempre me he preguntado dónde van realmente, ¿a dónde te diriges tú? Si me lo preguntas a mí tendría que mentirte y decir que voy a mis clases, pero no, yo no voy a eso, voy a crear mi vida, pero no se confunda que solo es una estación. Recién estoy en mis diez y nueve, mi camino es largo y las intenciones acrecientan, junto con ello nacen otras nuevas.

Veo en la parada una mujer acompañada con su canasto de pan y sus cincuenta y tanto. Siempre fiel a todas las almas dormidas que caminan por esas calles, allí está ella, ofreciendo esa sonrisa maternal y bondadosa. Nunca he probado ese pan pero me sabe bien. En mi imaginación tiene el sabor perfecto de mis ocho años cuando mi abuela compraba pan amasado y me daba once. Como olvidar esa casita blanca con techo rojo, ese techo que cada invierno se llovía y se llenaba de humedad, a pesar de todo era mi hogar. Esos té con leche que me esperaban cada tarde después del colegio, siempre atento, siempre aguardandome. Y es ahora cuando yo, esta chiquilla que se ha creado, se da la media vuelta y mira a esa pequeña que nada sabía que nada entendía pero que si sufría. Cada noche del dos mil regala tres lagrimas a la luna y sus estrellas, contaba sus penas a esa madre que palmaba su espalda. Suponemos que los pequeños nada saben, nada entienden, pero quién somos nosotros los adultos para estigmatizar esa imagen de niño idiota.

El camino sigue, las personas de mi bus se bajan, quedamos solo tres, todos se quedan en Valparaíso y yo sigo a Playa ancha. Esa pequeña ciudad casi autónoma, casi país, con sus propias reglas y mandatos. Pocos tienen el lujo de conocer esa misteriosa y lejana ciudad de los vientos. Suelo compararla con Macondo, sí, ese mismo Macondo de Gabriel. Siempre ese viento presente, ese viento que te sacude la melena y te crea trenzas, que te llena de esperanza y de fuerza. No sé que tendrá, pero yo me he enamorado y creo que allá me quede. Pero solo por un instante y nadie sabe cuánto puede durar ese instante.